Creo que para otra ocasión me callaré la boquita antes de proponer nada a nadie. Lo de llevar el rodillo de entrenamiento ciclista virtual a la Campus party ha resultando un completo “pain in the ass”.
Sin tener en cuenta las condiciones penosas de trabajo a la que nos hemos visto sometidos los que estabamos montando actividades y stands, sin aire acondicionado en pleno mes de Julio en la costa con una humedad relativa al borde de salirse de las escalas, eso durante dos dias, hay que decir que la organización de este evento es un poco caótica o mas bien, que aun no le han cogido el truquillo. Y no lo digo desde el punto de vista de alguien que haya pagado una entrada o un stand y se queja por ello, sino desde el punto de vista de alguien que viene a colaborar desinteresadamente y al que nadie hace ni caso, supongo que precisamente por eso, por venir desinteresadamente. Siempre estan por delante los que han pagado los stands y la legendaria ineficiencia de los curritos Españoles, que siempre dicen estar muy ocupados (no podian ponerme el proyector) pero a la mínima te los encuentras jugando al FIFA en el stand de PlayStation. Menos mal que yo envié un correo con lo que necesitaba hace tres meses.
Al menos yo tengo la conciencia tranquila, pues no solo estuve ayudando a montar el escenario, el stand de ProEvolution y transportando ordenadores, sino que también tuve que ingeniarmelas para decorar mi stand y conseguir de aqui y de alla retales de moqueta para el suelo, un par de paléts de adorno, ir a comprar a Valencia un ventilador, incluso tuve que conseguirme un cable de red y conectarlo a un switch de otro stand para conseguir tener internet.
Finalmente el Martes por la tarde, a eso de las 7, estaba todo funcionando, incluido el apaño (aka chapuza) que tuve que inventar para suplir la falta del cadenciometro, que venía estropeado y que Comet, el distribuidor, no me hizo llegar aunque prometió hacerlo para el Jueves. El cable de un micrófono de PC pelado colocado en el tirante izquierdo hacía contacto con la biela cada vez que esta pasaba a su altura y así conseguía medir la cadencia. Toda una labor de alta ingeniería para un problema que dejaba el aparato inservible.
La gente empezó a competir y nos dimos cuenta de que cuando metiamos a varios contrincantes en el programa los gráficos empezaban a ir a saltos, así que tuve que dejar un solo contrincante, lo que le quitaba vistosidad, pero al menos se podia usar. Tendré que escribir a Tacx acerca del problema, aunque sospecho que ya lo saben.
A la gente le ha gustando mucho la actividad, y alguno se lo ha tomado tan en serio que al terminar su serie le ha dado un mareo y ha llegado hasta a vomitar. Eso si, como no consiguio ser primero, solo segundo, un par de dias despues volvio a repetir.
Pero ha habido mas problemas y anécdotas, como el tipo que el Jueves vivió tanto el recorrido que arrancó de cuajo el soporte de la dirección al tomar una curva (algo que me dolio especialmente ya que dicho soporte es mio), o los que se han quedado una hora entera viendo como otros competidores progresaban por el circuito con la intención de estudiar las trazadas óptimas y los atajos legales.
En la final, problemas como en todas las finales de todos los juegos. Las reglas no pueden preveer todas las contingencias y siempre hay protestas y enfados. Después de una semana de duro trabajo, era lo que nos faltaba. Eso y los multiples hurtos en el pabellón de actividades en la noche del Viernes (a mi me quitaron un ratón y me pincharon la rueda de la bici de la competición) pusieron la guinda final al pastel.
Afortunadamente la noche anterior pasé un muy buen rato en compañia de los compañeros que organizan y ayudan en las actividades del pabellón 1, los futuros famosos cantauteitors Miguel y Kiko, con sus guitarras y acompañados a la percusión por Sego (nunca pensé que una papelera de hotel pudiese sonar tan bien… está claro que no es el piano sino el pianista) y su asombrosa capacidad de inventar letras de canciones sobre la marcha. Raul Martín, el jefe del area de juegos que también se arrancó con el cante, las chicas de Valladolid de la experience, Sergio, Ricardo y Sara… en fin muy buena gente todos.
De cualquier modo, aunque ha sido gratificante en cierta medida el recibir en esta actividad a tanta gente, casi 200 personas, se hace muy pesado el no poder participar en los talleres ni acudir a todas las conferencias a las que quería asistir, sobre todo en el area de desarrolladores, donde volví a encontrar a David Font (Syncronizer) y a Pablo Delgado (tipos dual core, coders y músicos al mismo tiempo y buenos en ambas cosas) al pie del cañon y a Antonio Arteaga de Stratos, que este año y por sorpresa ha sido reconocido con un premio a su labor de apoyo al videojuego patrio. Alli entregué dos de los premios “Botón” a los mejores videojuegos españoles del 2005, premios de los que he sido parte del jurado. Podeis ver los resultados en AnaitGames.
El año que viene si vuelvo a la Campus Party será a dar una charla, como el año pasado, o a supervisar el tema de las bicis si se vuelve a hacer, nada de organizar actividades, que no compensa en absoluto.